Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios. Puede cambiar la configuración de su navegador u obtener más información a través de la Política de privacidad.

Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Entendido.

publicidad

PREVIA DEL PARTIDO EPILA - ANDORRA

Imagen destacada
El partido entre el Épila y el Andorra a celebrarse la próxima jornada en La Huerta, llega en un momento de alta incertidumbre para ambos equipos

LA PREVIA DEL PARTIDO ÉPILA-ANDORRA

Fernando Rosel Lana. Socio del CF Épila y, por tanto, con derecho a opinar con libertad, respeto y argumentos.

El partido entre el Épila y el Andorra a celebrarse la próxima jornada en La Huerta, llega en un momento de alta incertidumbre para ambos equipos, presentando cada uno a su manera, un estado de clarísima crisis, que se ha ido gestando y manifestando, eso sí,  de muy distinta manera en ambos conjuntos.

Por su parte, el Épila ocupa en este momento un, en cierto modo ficticio, tercer puesto con 39 puntos, al haber jugado uno y en algunos casos hasta dos partidos más que sus rivales más directos, y llevando ya cinco jornadas consecutivas o lo que es lo mismo desde el mismo inicio de la segunda vuelta de la liga, habiendo perdido todo olfato de victoria, al conseguir la paupérrima renta de tan solo tres puntos de los últimos 15 disputados.

La situación de los epilenses se agrava por el hecho de presentar un claro síndrome de intoxicación mental en su plantilla, como demuestra el hecho de su comportamiento en el campo en sus últimos encuentros, manifestando evidentes fallos de concentración, coordinación e intensidad que les han conducido a perder puntos de manera inexplicable, fundamentalmente por causa de sus propia actitud y de sus propios errores, sin quitar en absoluto ningún mérito a sus rivales. En este sentido, la imagen dada en su último encuentro en Alfindén al final del encuentro, es totalmente un reflejo del desquiciamiento mental y de conducta a nivel futbolístico, por el que está atravesando el equipo epilense.

Pensamos que todo en este mundo se rige por la inexorable ley de la causa-efecto, es decir que todo se debe a alguna causa, y que toda causa genera siempre algún efecto, y que cuyo análisis aplicado al caso del Épila, desborda evidentemente el espacio dedicado a este artículo.

No obstante, adelanto que si tomamos en un lado de la ecuación, los pésimos resultados del Épila en esta segunda vuelta, los factores que se encuentran al otro lado de esta misma ecuación, tienen que ver ineludible y claramente, con mayor o menor peso específico a los factores explicativos relacionados con una Directiva confusa, sin claridad en sus principios básicos de actuación, descoordinada, dispersa, falta de autoridad, desacertada en sus decisiones a la hora de fichajes, sin firmeza en disciplina deportiva, “temblándole demasiado las muñecas” a la hora de tomar con firmeza las riendas del club, tomando en ciertos momentos decisiones tan urgentes como firmes y drásticas, y acudiendo a oráculos nefastos para los intereses del club, a la hora de pedir asesoramiento en cuestiones diversas.

Cuando las cosas no se llevan por el camino correcto, llega un momento que es inevitable que el vehículo se salga de la calzada. Y es de sentido común que, cuando esto ocurre, no se le eche solo la culpa a la calzada, al vehículo o a la siempre socorrida “mala suerte”, y por el contrario se pase honestamente a analizar, con tanta responsabilidad e inteligencia como decisión, la forma en que se está conduciendo el vehículo, para corregir como hacen los clubes serios las causas que han intervenido en que el equipo se esté saliendo de la calzada, siendo obviamente el responsable más directo, como su nombre etimológicamente indica, la Directiva incluyendo necesariamente el trabajo de su presidente a la cabeza actuando sobre el resto de directivos, con el técnico y con la plantilla de jugadores, analizando y aplicando las terapias que haya que aplicar, incluida si es necesaria la cirugía, y ya me entienden ustedes a lo que me refiero.

Por otra parte, el Andorra llega a La Huerta colocado en novena posición con 31 puntos, y con una dinámica totalmente irregular de resultados, propia de una arritmia severa e impropia de su historial futbolístico, que ha sorprendido a propios y extraños dentro del fútbol aragonés y que, como ustedes comprenderán perfectamente al no conocer en absoluto las causas de ello, no voy a entrar a analizar, por desconocimiento y sobre todo por respeto a un club al que no me une ningún tipo de vínculo, y al que sólo sigo con tanto interés como respeto, como aficionado al fútbol aragonés.

Así pues, dicho todo lo anterior, el partido del próximo domingo en La Huerta, se presenta a mi entender, como un partido lleno de incertidumbres donde en principio no veo favorito, por lo que cualquiera d ambos equipos podría alzarse con la victoria o terminar con un salomónico reparto de puntos.

En definitiva, que lo que podría haberse considerado en otro momento como un auténtico partidazo, se queda a priori a mi entender, en un partido más de la jornada, donde dadas las circunstancias el aficionado epilense acudirá a pesar de ser invierno, con “la mosca detrás de la oreja”, para ver si le dan una ración más de lo mismo, aumentando así su ya elevada crispación, o lo sorprende su equipo con un esperado cambio de actitud y de resultado.